Francisco Órdenes sienta plaza como arcabucero y embarca en el galeón Trinidad, una de las naves escolta de la Flota de Indias del año 1592. Aquí da comienzo su odisea: Tormentas, maniobras, combates navales, motines, naufragios. Un aciago viaje narrado a pie de borda, sin adornos ni maquillajes. Supervivencia pura y dura en una época en la que los hombres apenas disponían de medios salvo su inquebrantable fe en Dios que les alentaba a enfrentarse a cualquier adversidad. Por muy extrema que fuese.