Las transformaciones recientes en la familia, la infancia, la juventud, el ciclo vital y, en general, el devenir de los sujetos en sus múltiples interacciones sociales, han planteado cuestionamientos a los enfoques del aprendizaje y el cambio, reducidos a concepciones psiquistas universalizantes, a mecanicismos conductuales abstraídos de cualquier contexto, a transmisionismos cerrados o incluso a escalas de desarrollo consideradas incontrovertibles. Detrás de estos reduccionismos se surtieron toda suerte de empresas que pudieron revestir con ciencia lo que era en realidad una ideologización de la vida. Este texto es un esbozo de algunos senderos abiertos para entender el aprendizaje y el cambio no como objetos administrados desde la heteronomía de las instituciones sino como dimensiones de la vida que, en su organización, potencian la autonomía de los sujetos.