La interesada mitificación del pasado y, como resultado, su incorporación acrítica en todo tiempo y lugar a ciertas reconstrucciones historiográficas, perviven hasta nuestros días, causa y consecuencia del servilismo por el que a veces la Historia se pliega a fines distintos a los científicos. La casuística es variada, desde la maniquea visión de la historia escrita al gusto de los vencedores, o la destinada a revestir con cobertura ideológica a ?razas superiores? y creencias dogmáticas en hitos políticos incuestionables. Son perversas prácticas que no se logran cambiar, algo que la Historia descubre a cada paso a través de una constante: el fin perseguido por el poder es la dominación de los unos sobre los otros.