Cuando cumplí los ochenta mirándome ante el espejo pregunté ¿soy yo tan viejo como el espejo aparenta?
-No eres viejo,eres abuelo- oi que una voz medecía, una voz que no venía del espejo ni del suelo.
Cuando giré la cabeza me encontré con Alvarito mirándome de hito en hito con una extraña fijeza.
Y me volví hacia el espejo dando las gracias al cielo que sólo por ser abuelo vale la pena ser viejo.