El origen de este librito se encuentra sin duda en la última parte de otro mío, Vidas escritas (Ediciones Siruela, Madrid, 1992), un apéndice o colofón que titulé 'Artistas perfectos' y en el que comentaba muy brevemente treinta y siete retratos de escritores, todos ellos extranjeros y ya muertos.
Apenas si dedicaba cinco o seis líneas a cada uno, y, como explicaba en el Prólogo de aquel volumen, la exclusión de autores españoles, tanto en los retratos como en las vidas que los precedían, fue debida a más de un motivo, pero el principal era que '? son ya tan numerosas y variadas las ocasiones en que se me ha negado la españolidad por parte de algunos críticos y colegas indígenas (tanto en lo que se refiere a la lengua como a la literatura como casi a la ciudadanía) que a la postre, me doy cuenta, he llegado a sentir cierta inhibición a la hora de hablar de los 13 escritores de mi país, entre los que sin embargo están...
«Breve, muy bien escrito, elegante con inteligencia y pasión, éste es un repertorio de subjetividades bien resuelto, que se esfuerza por averiguar lo que está ante los ojos, y que nunca es inocente. A partir de ahora, antes de sonreír al fotógrafo nos lo pensaremos dos veces, porque puede ser grave.»
Carlos Pujol, ABC