Tal como había demostrado desde la década de los 70 un grupo conspicuo de investigadores -D. Brading, H. Cross, F. Langue, B. Hausberger, etc.-, la actividad minera orientada a la producción de plata experimentó un notabilísimo auge en el centro y norte del vierreinato de Nueva España a lo largo del siglo XVIII, despegándose ampliamente del que había sido el centro productor más destacado del metal blanco en las centurias anteriores: Perú. En las últimas décadas del siglo XVIII y en la primera del siguiente, la extracción argentífera alcanzó niveles realmente impresionantes, sin precedentes en épocas anteriores y sin comparación posible con otras áreas productivas mundiales. Se ha discutido mucho sobre las razones de ese innegable éxito productivo (ya desde la publicación de las agudas observaciones de Alexander von Humboldt en su 'Ensayo político..' dedicado a la Nueva España en la época cumbre del auge), fundamentalmente sobre el peso que en aquel tuvieron las innovaciones técnicas frente a otros incentivos: fiscales, organizativos, de extensión del número de explotaciones, de baja o subvención por parte de la Corona de algunos factores productivos como el mercurio o la pólvora.