El estudio corrobora la pertinencia de diferenciar entre el país carlista (grosso modo la Zona Media) y el resto de la provincia, pero además aporta conclusiones novedosas sobre la edad, la experiencia militar o el grado de voluntariedad de estos combatientes en 1833. Asimismo demuestra que los adheridos al Convenio de Vergara en 1839 fueron tantos o más que los que se exiliaron, revela la implicación de muchos convenidos en la Octubrada, la cronología y las circunstancias de sus respectivos exilios, así como de la revalidación de sus empleos y el alcance real de la sublevación montemolinista.
Estos militares se nos presentan como hombres de carne y hueso que, en una etapa de continuos y profundos cambios políticos, se vieron obligados a tomar decisiones trascendentales para ellos y sus familiares. De ahí que tomasen posturas muy diversas e incluso aparentemente contradictorias en las distintas coyunturas, lo que tiene poco que ver con la imagen, en buena medida incompleta por esquemática, de gentes insensibles a las turbulencias y vaivenes registrados en las décadas centrales del siglo XIX. El trabajo viene a renovar la imagen de los carlistas navarros de esa época y permite vislumbrar pautas generales de comportamiento que ayudan a despejar algunas incógnitas y a replantearse otras cuestiones y nuevos interrogantes.