Desde los albores de la humanidad los sueños han atraído la atención del hombre. En las culturas más antiguas de las que tenemos conocimiento, su interpretación era efectuada por los sacerdotes, que al mismo tiempo eran magos o chamanes. Los sueños eran de ese modo considerados como avisos de la divinidad o, al menos, como mensajes del otro lado de la existencia y por ello se les concedía una importancia capital. Al perder la clase sacerdotal sus facultades mágicas, la interpretación de los sueños pasó a manos de adivinos y pitonisas y así, de un modo más o menos oculto, ha llegado hasta nuestros días. La mayoría de las interpretaciones presentadas en este libro proceden de antiguos manuscritos franceses e ingleses, enriquecidas con otras de especialistas de principios de nuestro siglo.