La idea es simular un cuaderno perdido en la calle y que el lector encuentra, lee y juega a imaginar de quien será. Además, cada verso va acompañado de un dibujo hecho por diferentes personas, lo que termina de darle un aspecto de boceto, de cuaderno inacabado, perdido y personal.
Más que un libro, es un buen compañero de viaje. O de vida.