Paul tiene 14 años y crece en el seno de una familia algo desordenada. En su opinión, su madre es fea y paralítica, su hermana una golfa que está mal de la cabeza y su padre tiene una de las peores ocupaciones que puede tener un hombre: auxiliar de limpieza. De una lucidez desconcertante, a través de palabras incendiarias, Paul, apodado Polo, expresa la pérdida
de su inocencia con una espontaneidad tan insolente como legítima. Sencillamente porque su armadura de guerrero está sembrada de palabras tiernas y al mismo tiempo alegremente crudas. Este refugio textual pone de manifiesto una bella tensión entre el deseo de emancipación, de sueño de realización y un universo familiar que no inspira el éxito.