Martha tiene veintiún años, ningún hijo y tras la muerte de su marido se ve obligada a abandonar la mansión donde residían juntos. El futuro heredero, hermano de su difunto esposo, es un crápula que en el pasado abusó sexualmente de doncellas. Justo entonces el abogado saca a relucir que la herencia no puede repartirse hasta que no se demuestre que no hay ningún heredero en camino. Decidida a evitar que la mansión caiga en manos de su cuñado, Martha concibe un plan: quedarse embarazada y hacer pasar a la criatura como heredero.