Hermann Heller es algo más que un defensor de la República de Weimar contra las potencias de la barbarie nazi. Es algo más que un profundo analista de la deuda que el pensamiento político ha contraído con Hegel, algo más que un historiador modélico de las grandes ideas políticas modernas, algo más que el autor del libro más leído sobre la teoría del Estado. Es quizá el símbolo más preciso de los dilemas insuperables del viejo mundo de Europa, incapaz de encontrar soluciones viables para sus propios conflictos y contradicciones. Situado en el cruce de caminos de todas las posiciones extremas, entre Schmitt y Kelsen, por un lado, enre el nazismo y el comunismo, por otro, Heller es testigo y víctima quizá de la inutilidad de los compromisos y de las síntesis. De su gesto, sin embargo, que había de llevarle al exilio en la capital de España, y a una muerte fulminante en una de sus céntricas calles, queda nítida y valiente, la defensa de una política anclada en valores democráticos y sociales innegociables. Los textos que aquí presentamos son modélicos en este sentido para un presente confuso, como el nuestro, tan necesitado de posicionamientos claros y decididos.