La nueva literatura que se produce en África y el Caribe, heredera sin duda de «grandes antepasados», es extraordinariamente viva, perturbadora, abundante. Preocupada por hablar del mundo y contar su «mundo», con ritmo, con energía creadora. Literatura de exilio o de diáspora, de mestizaje cultural, que modifica las ideologías identitarias y se niega a circunscribirse en una mal determinada categoría de «africanidad» o «exotismo» o «literatura étnica», y que afirma, en cambio, su vocación universal con vigor, arrasando, jugando con todas las estrategias narrativas, rompiendo tabúes: una África y un Caribe nuevos toman la palabra en este Mercado de historias. Relatos y poemas de África y el Caribe. Muy lejos, en realidad, de los estereotipos donde todavía se enmarca a estas literaturas.
De la escritura nómada de Abdourahman Waberi a la resurrección de un muerto de Florent Couao-Zotti; del lirismo de Ana Paula Tavares al cara a cara con los monstruos de Ousmane Diarra; del vertiginoso salto a la modernidad de Mandé Alpha Diarra al viaje físico e interior de Ruy Duarte de Carvalho; del juicio dramatizado de Germano Almeida a los cuentos eróticos de la abuela de Robert Antoni; del destino fatal de dos jóvenes en una urbe africana de Ken Bugul a la locura que llega con la lluvia de Yanick Lahens; de la leyenda de una reina africana de Véronique Tadjo a la verdadera historia del mono de Fatou Keita; de la visita inesperada de Ondjaki a las pesquisas de un joven inspector de policía para resolver un caso muy triste de Moussa Konaté; de las visiones de un soldado desconocido de Ananda Devi a las tribulaciones de Helon Habila por hacerse poeta; de las orgías de un general ugandés de Moses Isegawa a los arrojados versos de Hamid Skif: he aquí dieciocho autores de esta revolución literaria en marcha, con la sensación de que habríamos podido proponer muchos más. La literatura en el futuro no podrá entenderse sin la aportación de los creadores de estas zonas del planeta.
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La Asociación Cultural Translit es una entidad sin ánimo de lucro creada en Barcelona en 1993 para promover y divulgar la literatura de origen africano, asiático y caribeño en el Estado español a través de jornadas, publicaciones de referencia y otras actividades relacionadas con la literatura. El primer libro de Translit, Rostros de Europa (1995), presentaba doce autores de África, Asia y el Caribe que vivían en Europa. El segundo, Nómadas de las palabras (1997), incorporaba tanto autores residentes en África o Asia, como autores de origen africano o asiático ya nacidos en Europa. Intersecciones (1999) fue la tercera antología, donde también se daban cita doce autores, residentes o no en Europa, y donde se representaba especialmente la literatura africana en lengua portuguesa, menos conocida, difundida y traducida. Para paliar el desconocimiento generalizado de la producción literaria africana y con el deseo de crear una fuente de consulta y estímulo para quienes quieran profundizar en su conocimiento, Translit elaboró su cuarta publicación, Diccionario de literatura del África subsahariana (2001), donde se reúnen los datos biográficos y bibliográficos de 153 autores y autoras, junto con comentarios acerca de algunas de sus obras más significativas. Mercado de historias. Relatos y poemas de África y el Caribe es el quinto libro y la cuarta recopilación que, fiel a los criterios de las anteriores, incluye las aportaciones literarias de los diecinueve autores y autoras presentes en el encuentro literario Translit03-Mercado de historias que se celebra en diciembre de 2003 en Barcelona.
Translit03-Mercado de historias cuenta con el apoyo de: Programa de apoyo a las manifestaciones culturales ACP en Europa (PAMCE) de la Unión Europea, el Institut de Cultura de Barcelona, el Programa Barcelona Solidària del Ajuntament de Barcelona, la Institució de les Lletres Catalanes, el Instituto Camões de Lisboa, el Consorcio de Bibliotecas de Barcelona, la editorial Icaria y el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Además, cuenta con la colaboración de: cooperativa Lai-momo de Bolonia (Italia), Associação Chá de Caxinde de Luanda (Angola), Festival Étonnants Voyageurs Afrique de Bamako (Malí), Aula de Poesía de Barcelona, Ciclo de Conferencias Sofá Literario, Institut Français de Barcelona, Goethe Institut de Barcelona, Centre dEstudis Africans de Barcelona, las librerías Jaimes, La Central del Raval, Altair, La Ploma y Laie de Barcelona, y la Asociación Africat.
PREFACIO
ELOGIO DEL NOMADISMO
Abdourahman A. Waberi
«Uno no viaja para proveerse de exotismo y anécdotas con que adornarse como un árbol de Navidad, sino para que el camino lo desplume, lo enjuague, lo escurra, lo deje como esas toallas, raídas por los lavados con lejía, que te entregan junto con un pedazo de jabón en los burdeles... Sin este desapego y esta transparencia, ¿cómo puede uno esperar hacer ver lo que ha visto?» Así lo dice, y muy bien, por cierto, Nicolas de Bouvier, escritor helvecio, alma nómada y pluma vagabunda. Príncipe de las travel writers.
Contradiciendo el cliché ampliamente difundido, los nómadas no se dedican al vagabundeo. Muy al contrario. Sólo se ponen en movimiento por necesidad, y sólo siguen caminos recorridos muchas veces. A menudo a regañadientes. Siempre en el momento oportuno. Conjugan el movimiento y el arraigamiento, no buscan huellas. Simplemente es una cuestión de vida o muerte. Se trata de evitar el nudo corredizo del hambre. Y también de deslastrarse de toda grasa, de todo lo superfluo, de todas las cosas inútiles. Con un corazón veloz como único viático, una pizca de incredulidad en la comisura de los labios, hay que volar con alas de águila sin preocuparse del tiempo de los relojes de péndulo ni de los de arena. Así pues, desplazarse, trashumar con familia y rebaños no es un lujo, sino una necesidad económica. Ecológica. Nada tiene que ver con el turismo de masas, con sus chucherías y baratijas, sus sospechosos dioses y sus verdaderos demonios (el capital), sus revistas de papel satinado, sus iconos gastados, su arte de aeropuerto, su palabrería y su desvarío, su cine huero, sus películas Bollywood, sus novelas de estación terminal, su estética kitsch, su sonrisa comercial, sus chalés y sus chárteres, sus operadores turísticos, sus pendencieros de poca monta, sus burgueses bohemios, sus prótesis somáticas, su prudencia vaticanesca, su fábrica de sueños desbravados, sus periodistas freelance, sus circuitos de aventuras, sus mironas de escaparates, sus tipos de cambio, sus rickshaws y su calderilla, su gente anodina, su burbuja esterilizada, sus cocoteros y sus cielos tórridos, sus afortunadas víctimas de las campañas publicitarias, sus deseos profilácticos, su carne en la acera, sus divagaciones y su aburrimiento, sus escenas pintorescas, sus tipos étnicos, sus trazados rectilíneos, sus sorprendentes viajeros, sus cinco continentes balizados, su falsa primavera y su eterno verano, su bazar de cuatro estaciones, sus músculos juvenilmente tensos, sus vacunas y su cláusula de repatriación, su vellocino de oro, sus arcas perdidas, su Tierra del Fuego, su Atlántida para enanos mentales, sus santos sin sudario, sus deportes de riesgo, sus amables animadores, sus cantantes con trenzas, su mochila y sus pupas, sus serpas del Nepal, sus prendas de ropavejero y sus Ray Ban, su música empalagosa, su cocina insípida, su ponche de coco, sus cubalibres, sus cañas de cerveza, sus ensaladas de frutas exóticas, sus cremas solares, sus eslips, sus bikinis, sus toneladas de basura, su Mickey Mouse y su Che Guevara, sus jornadas temáticas, su azul de los mares, su azul de Grecia, sus álbumes de fotos y su recuerdo de ayer, su chusma en Tijuana, sus esculturas de Zimbabue, sus amores en Capri, su french-kiss, su french cancán, sus Taj Mahal de pacotilla, sus riberas, sus carreteras, su ascensión al monte Kilimanjaro, sus estados de ánimo bituminosos, su mestizaje dudoso y su fin de la historia, su entusiasmo tan espontáneo como un plato del día, sus objetivos categóricos, su filosofía clo clo, sus yo volátiles y gregarios...
Nadie escapa de sus antepasados. Y menos aún el turista que se pone a observar según la óptica Loti o Bernardin de Saint-Pierre, si es francés o algo parecido. Resulta fácil tomarla con él, con ese animal que no muda de piel. «Un viaje no necesita motivos. No tarda en demostrar que se basta a sí mismo. Uno cree que va a hacer un viaje, pero enseguida es el viaje el que lo hace o lo deshace a él», nos advierte el boyero suizo, tras librarse de una buena.
Y a todas estas, ¿qué fue del nómada? Ya está lejos. Ha desaparecido más allá del horizonte, lo ha dejado atrás. Es difícil atraparlo vivo y presentar su esencia en forma de legajo de hojas impresas. Es difícil describirlo con palabras. Incluso con palabras claras, palabras cálidas, palabras-caricia, palabras-mapamundi. Ante la imposibilidad de seguir su rastro por los caminos, senderos y recodos que suben y descienden hasta extenuar, no queda otra alternativa que hacerse libresoñador. No hay que malgastar el sudor, la saliva y el aliento. No se trata de ensimismarse ni de quedarse en remojo en la marisma de la circunspección. Al contrario, lo que hay que hacer es cazar furtivamente espejismos. Crear silencio alrededor de uno mismo. Ser humilde y amar la lentitud. Llevar sus provisiones: el pan vivo, el agua viva, los tés en tres tiempos (el primero es amargo como la vida, el segundo es fuerte como el amor y el último es suave como la muerte), el canto del silencio. Prestar oídos al poeta que, por ejemplo, soltó esto: «... for us in the archipielago the tribal memory is salted with the bitter memory of migration» (Derek Walcott). Lo mismo nos podemos aplicar a nosotros, diasporizados y nativos-natales reunidos. Nómadas ateridos, con o sin malaria, con o sin cámara, con o sin estilográfica, corriendo el peligro de vernos sorprendidos por la helada de los días sin fin.
Traducción del francés de Víctor Compta