El primero sería el desarrollo de la neurociencia, y su creciente conexión con la función de marketing.
En segundo lugar, la propia evolución de los mercados, cada vez más competitivos y globales, y en los que la distribución detallista asume un papel cada vez más determinante.
Por último, la creciente importancia otorgada al factor emocional como elemento que explica el comportamiento de compra.