Independizada respecto a la de sus compañeros del grupo del 50, la poesía de Caballero Bonald sella un inteligente pacto entre la experiencia vivida y la experiencia lingüística, valiéndose de una tensión expresiva que gusta del aforismo, la ironía y la paradoja. A partir de la desobediencia como engranaje conceptual, Manual de infractores incluye un veredicto contra los acosos de convencionalismos y banalidades.
Concebido como una ruptura con la tradición más frecuentada, el presente libro supone una singular tentativa de crítica de la vida y la cultura a través de una forma de conocimiento de la realidad basada en el rescate virulento de la memoria, la pasión por el mar, la erótica de la noche, las transgresiones morales, la fugacidad del tiempo