Al margen de que el momento tenga que ver con la creatividad, una crisis, la incertidumbre, el sufrimiento o una enfermedad, colorear dentro del círculo desde el centro hacia la periferia proporciona una sensación de paz y seguridad.
Entrar en el círculo del mandala produce un cambio en el nivel vibratorio, une ambos hemisferios del cerebro y por ello armoniza las dualidades, los contrarios, y permite así alcanzar la armonía. Colorear los dibujos es una acción de conocimiento personal que proporciona un marco espaciotemporal propicio para sanar, volver al equilibrio y evolucionar.