Las madres acróbatas ya no se identifican con los estereotipos femeninos de antes, todo lo contrario: intentan no renunciar a sus aspiraciones, las dosifican a lo largo de las diversas fases de su vida dando lugar a estilos de vida innovadores. A diferencia de las madres del pasado, no tienen una trayectoria preestablecida que recorrer, un modelo de referencia seguro, una figura ideal interiorizada, una brújula que pueda indicarles qué es justo y qué injusto. Son mujeres que caminan «en vilo», como escribe Silvia Vegetti Finzi en el prólogo, «entre el pasado y el futuro, divididas entre su propia realización personal y la de los demás». Este viaje creativo y personal es la característica que las une, que las convierte en «investigadoras afectivas y sociales» y las hace ser las protagonistas de un cambio de época radical.