Institutriz de los cinco hijos de los Serindan, una de las grandes familias aristocráticas de la isla, Berthe vivió de cerca una dramática y romántica intriga en medio de las exuberantes plantaciones, la displicencia de la nobleza criolla, la vitalidad de los negros descendientes de esclavos y la omnipresencia del volcán.
Precisamente, en una noche del martes de carnaval, mientras pasan las mascaradas por los salones abigarrados, los numerosos invitados incluidos el gobernador, el extravagante capitán Joubert y la flor y nata de la isla disfrutan de exquisiteces y suenan los violines, la intriga cederá el protagonismo al humeante volcán.
Gran viajero, prosista finísimo y hombre culto sin permitirse jamás caer en la pedantería, Fermor regala a los lectores, con Los violines de Saint-Jacques una de sus escasas y por eso mismo valiosas obras de ficción, una auténtica joya en la que despliega todo su talento narrativo.