Madrid, 1975. Dos muchachos, Matías Rebollo y Emilio Rodríguez, cumplen quince años. El primero es hijo del propietario de uno de los principales periódicos del país, Higinio Rebollo, un empresario que ha sabido moverse a la perfección durante los oscuros años del franquismo y que está dispuesto a hacer lo propio durante la transición y la democracia para construir el mayor imperio mediático del país. El segundo, Emilio, es huérfano de padre e hijo de una quiosquera. Ambicioso, trabajador
y con visión de futuro, siendo sólo un adolescente se promete sacar a su madre de la pobreza y convertirse en un periodista de renombre para codearse con las personas más influyentes del país.
La que sigue es una historia de poder, dinero, sexo, mentiras y, sobre todo, honor, que se extiende durante casi cincuenta años de la vida de los dos protagonistas, a la sazón convertidos en los responsables de los dos periódicos líderes en nuestro país. Y, paralela a su historia, transcurre la de los medios de comunicación en la España de la transición y de los primeros años de la democracia. Es entonces cuando se construyen los grandes grupos mediáticos, con sus peligrosos acercamientos al poder político, sus frágiles equilibrios financieros, sus adaptaciones a un entorno cambiante, sus estratagemas empresariales entre bambalinas y, sobre todo, su notable capacidad de influir y crear opinión en una España siempre partida en dos mitades.
La historia, en suma, del cuarto poder, en ocasiones el más influyente y el que en mayor medida nos define como país.