Entre los crímenes más desconocidos del nazismo figura el asesinato de unos 200.000 alemanes que entre 1939 y 1945 fueron víctimas de la eutanasia por ser enfermos incurables, débiles mentales, epilépticos o discapacitados, lo que los convertía en una carga innecesaria para el presente y en un riesgo para el mantenimiento de la pureza racial; convenía, además, liberar recursos médicos y camas de hospital para los soldados que podían resultar heridos en la campaña de Polonia, que iba a iniciarse dos semanas después de haberse dado la orden que inició legalmente esta campaña. La mayoría de quienes sufrieron alguna de estas pérdidas lo mantuvieron en secreto, o por vergüenza o para no cargar con el estigma de admitir una enfermedad hereditaria en la familia. Y lo siguieron callando después. El propósito de Götz Aly no ha sido el de ofrecernos una denuncia más de los crímenes del nazismo, sino el de situar los acontecimientos en la responsabilidad colectiva de la sociedad alemana, desde la de los médicos que causaron las muertes a las familias que las aceptaron.