Este libro es una clara excepci¢n en la doctrina espa¿ola por su clara opci¢n a favor de los programas de tratamiento. No es un secreto que la posibilidad de introducir el tratamiento en el cat logo de penas se enfrenta a numerosas voces discrepantes. En este sentido es dif¡cil de olvidar las convincentes cr¡ticas originarias a los programas de tratamiento por ser demasiado intromisivos y pretender cambiar la personalidad del delincuente. Y sin embargo, no haber nada malo, al contrario, en pretender eliminar los valores machistas del agresor. Entender los motivos de este viraje pol¡tico criminal, as¡ como lo que permanece de las cr¡ticas iniciales es sin duda necesario para ayudar a configurar las posibles respuestas penales basadas en el tratamiento. Desde otra perspectiva, en este caso feminista, abogar por introducir una pena de tratamiento evoca la enfermedad o patolog¡a del agresor, imagen esta contraria a la que sugieren los estudios feministas que afirman la racionalidad del hombre maltratador. Tambin en este caso defender la racionalidad del delincuente al tiempo que se aboga por la conveniencia de imponer un tratamiento como pena conlleva elaborar e introducir una serie de matices al discurso que el rechazo a la pena del tratamiento permit¡a evadir.