A medida que avanza en la resolución del crucigrama, Isidro descubre que Salka sabía todo sobre sus canciones. Él no entiende cómo es posible, porque en aquella época ni siquiera las tenía registradas y nadie, salvo él mismo, conocía las letras.
La carta de Salka entremezcla su tragedia personal con la sensibilidad de Isidro. Salka está emocionalmente destrozada, y todo parece estar relacionado con sus antiguos compañeros de promoción, y las investigaciones del profesor lo llevarán a enfrentarse con su propio pasado, con personajes peligrosos capaces de dañar física y psicológicamente a su entorno.
La novela arranca como una original "intriga poético-estadística" que, página a página, va convergiendo hasta consolidarse en un adictivo psicothriller, con una sombra de xenofobia rodeando la trama y un final desconcertante.