Cada capítulo propone además brillantes reflexiones que nos iluminan sobre aquellos elementos culturales que, herederos de una tradición milenaria, se han conservado casi intactos hasta nuestros días. Así, descubriremos por ejemplo que la reducida extensión de sus poemas era originalmente casi una necesidad, por qué en el kabuki los actores representan también los personajes femeninos, la razón por la que los más exquisitos templos están construidos en madera, la preferencia por la cerámica imperfecta o el desbordante entusiasmo de todo un pueblo por la efímera y delicada flor del cerezo.