Juan tenía tres años cuando murió en medio de la balacera de un
operativo montonero. Andrea tenía diez años cuando una bomba activada a
distancia por Montoneros destrozó el auto en el que viajaba junto a sus
padres, que murieron al instante. Mario Alpern tenía tres hijos y una
fábrica cuando un comando lo acribilló a tiros delante de su hijo. María
de los Ángeles todavía dormía cuando alguien llamó a la puerta de su
casa y su marido Georgie, gerente de la empresa Chrysler, fue a ver
quién era: vaciaron el cargador de una ametralladora sobre él. Hugo
tenía veintidós años cuando lo secuestraron por segunda vez; y pese a
que su padre pagó un nuevo rescate, lo mataron y arrojaron su cuerpo al
costado de una ruta. Héctor Saraspe tenía dos hijas y atendía el buffet
de un club en Tucumán cuando un grupo del ERP lo mató en su lugar de
trabajo.
Estas son algunas de las historias de las 1.094 víctimas mortales del
terrorismo en la Argentina. Familias a las que la Historia y la polí