«Sabes, las cosas más maravillosas y poderosas de este mundo son precisamente aquellas que no se pueden ver.»
Publicada dos años antes que Alicia en el País de las Maravillas, Los niños del agua corrió una suerte paralela; se la ha confundido a menudo con un relato infantil, aunque, del mismo modo que la obra de Lewis Carrol, supera con creces cualquier barrera generacional. La novela explica la historia de Tom, un deshollinador de diez años explotado cruelmente por su amo. Tras caer en un estanque, se transfigura en un niño del agua que con la ayuda de hadas y criaturas marinas se convertirá en un ser más libre. Kingsley mostró su sentido social y crítico al hablar en esta fábula de la esclavitud infantil, la calidad del sistema educativo, los errores científicos y al hacer al mismo tiempo una defensa avanzada a su época de la evolución de las especies según Darwin. Pocas obras tienen la capacidad de remover conciencias adultas y conquistar al mismo tiempo con una delicadeza exquisita la imaginación de cualquier niño.
La brillante introducción de Yannelys Aparicio, profesora universitaria e investigadora, abre esta edición, que cuenta a su vez con la esmerada traducción de Berta Roda. Las ilustraciones originales de Linley Sambourne acercan al lector a esta obra mayúscula.
Lafacdio Hearn dijo...
«Al fondo de sus novelas late el observador fiel de las cosas pequeñas, el intérprete de su sentido filosófico. La naturaleza le hablaba a Kingsley mediante el susurro de las hojas, el murmullo de los cauces, el zumbido de las abejas; incluso en los rayos de sol sobre las rocas veía él un mensaje.»