Edgar Allan Poe describe en El corazón delator uno de esos espeluznantes procesos que revelan la fragilidad de la mente y nos muestran el límite sutil que puede existir entre razón y locura. La cabellera, de Guy de Maupassant, nos envuelve con una onírica mescolanza de malsano refinamiento y necrofilia, que surgen de una romántica nostalgia de tiempos pasados. El relato de Robert Louis Stevenson, El ladrón de cadáveres, resulta ser una pesadilla en la que lo natural y lo sobrenatural se vinculan en una atmósfera siniestra, pero real. La Casa del Juez, de Bram Stoker, es uno de los relatos más sobrecogedores y horripilantes que se hayan escrito jamas, ideal para ser leído en una noche tormentosa... si hacemos acopio del valor suficiente para hacerlo. W. W. Jacobs nos cautiva en La pata de mono con una tragedia en la que sus personajes, una familia normal y corriente, viven con la premonición de un destino trágico. La historia de Saki, La ventana abierta, nos presenta a un joven que busca una cura de reposo para sus nervios, pero lo que parece una tranquila visita pronto se convertirá en una pesadilla para él.