Se nota él mismo que le falta inteligencia, capacidad de trabajo y sentido del humor.
Además no quiere ser judío, ni siquiera honorario, porque no tiene vocación de pasarse lo poco que le queda de vida estudiando y trabajando casi sin parar.
Lo único que le parece conveniente y oportuno es reflexionar sobre lo que ha visto en Israel y en otros lugares. La intención es de contar lo observado y ayudar a que todos seamos un poco más lúcidos y más animados para la tarea.
Que no nos olvidemos que no os incumbe completar el trabajo, pero no tenéis la libertad de eludirlo. Y así se habla, entre otras cosas, del cristianismo, del Islam, de los judíos, de los jesuitas, de Ortega y Gasset, del Opus Dei y del problema del Oriente Medio. No para dar soluciones, cosa propia de los cuentos de hadas, sino para planear preguntas y suscitar más discusión y reflexión.
Tal vez así consigamos entre todos curar el mundo al menos en una cierta medida y hasta que aparezca otra nueva enfermedad o locura.
Ya sabemos que la tarea es mucha y los operarios pocos.