La capacidad de éxito suele tener atributos conductuales como la autoconfianza, la autoestima, la curiosidad por saber, la capacidad comunicativa y la persistencia en alcanzar los objetivos previstos. También influye en su consecución la percepción realista sobre el nivel de metas que uno se siente capaz de alcanzar razonablemente y el saber asumir estos límites como algo normal. Pero la orientación al logro en sentido competitivo puede ser voraz y destructiva, buscando los resultados deseados a cualquier precio, y perdiendo valor los sentimientos de solidaridad, equidad y respeto a los demás.
La responsabilidad de los padres y de la institución educativa son importantes por el poder de influencia que tienen en el proceso de desarrollo que ha de conducir al niño al logro de su éxito como persona. Por ello se debe reflexionar mucho sobre cómo gestionar esta influencia.
Y en esta empresa nos jugamos mucho: nada más y nada menos que el futuro del país, y la auténtica felicidad de nuestros hijos.