Sin embargo, como la experiencia poética se teje con la desilusión, los poetas descubren que, después de todos sus vuelos y sus melancolías, son únicamente los dueños del vacío. Federico García Lorca, acosado por las heridas ideológicas y por las contradicciones del sujeto moderno, intentó refugiarse en el recuerdo de la pureza infantil. Luis Cernuda advirtió que hay que cuidarse de las utopías, porque se hacen realidad y nos queman las manos. Y el propio Pablo Neruda elaboró una Elegía para despedirse de la inocencia de sus propios sueños. Tal vez los poetas no nos den la respuesta, pero son una buena compañía en momentos de perplejidad y aturdimiento. De ellos podemos aprender su esfuerzo por delimitar una frontera entre la intimidad y los vínculos, ese lugar intermedio, fronterizo, llamado conciencia.
Esta reflexión, con sus muchos matices, es la que va jalonando el análisis de Los dueños del vacío. Reflexiones sobre la identidad y los vínculos , una aproximación originalísima y apasionante a la obra de grandes nombres de la poesía moderna.