Un hombre espera frente al muro del gueto de Varsovia. Podría ser un personaje salido del teatro de Beckett o de Camus, pero su nombre es Samuel Heyman, antiguo profesor de Ética en la Universidad de Leipzig. Ha elegido esperar sin esperanza. Pero ¿a quién? ¿A Dios? ¿A la humanidad? A su alrededor, todos se preguntan si está loco, pero pronto se convertirá, a su pesar, en un icono de la resistencia. Corre el año 1942 y falta poco para que los nazis empiecen a deportar a los judíos hacia los campos de exterminio.
¿Debe la comunidad del gueto dar la poca comida que queda a los niños y enfermos más débiles? ¿O debe, por el contrario, dársela a los más fuertes, aquellos que tienen más posibilidades de sobrevivir y salvarse? ¿Puede una joven embarazada dar a luz en tal mundo? ¿O no tiene más remedio que abortar? ¿Nos queda alguna libertad de elección cuando los acontecimientos nos superan? ¿O ya solo cabe esperar? El lector no encontrará aquí respuestas definitivas a tales dilemas. El profesor Heyman no las tiene. Sí hallará, en cambio, una llamada a la empatía con la que atravesar los muros que nos separan de los otros y una invitación radical a dejar de ser espectadores pasivos. Conviene no olvidar que nosotros somos los otros de los otros.