Argumento de Los Cuadernos de Don Rigoberto
Rigoberto, un maduro empleado de una compañía de seguros, combate su cotidiana existencia con una rica imaginación que plasma en cuadernos.
Todo lo que Rigoberto no se atreve a hacer, no se atreve a vivir por sí mismo, sus audacias y aventuras imaginadas, sus deseos ocultos... su verdadero yo, van quedando reflejados en estas anotaciones que lo distancian cada vez más de su vulgar existencia. Es su lugar secreto, donde puede ser él mismo.
Los cuadernos son como un baúl del que se van extrayendo inesperados relatos, atesorados por el personaje con mayor celo que si fueran reales, y constituyen un refinado compendio de la imaginación erótica. Pero la particularidad de estas fantasías es que parten siempre de pinturas, obras literarias y piezas musicales constituyendo un verdadero y exquisito índice de la pintura y la literatura eróticas de todos los tiempos.
Como contrapunto al florido universo de don Rigoberto, está el inquietante y perturbador ambiente que se forja alrededor de su pequeño hijo, Fonchito. Obsesionado con la vida y la obra del pintor austríaco Egon Schiele, el muchacho se sueña como la encarnación del pintor maldito y su misterioso mundo de niñas perversas y autorretratos angustiosos. Entre ellos, la madrastra. Una mujer que es para ambos la figura principal de ese doble mundo de deseos y realidades. Una mujer a la medida de sus más exigentes fantasías.
Podemos considerar Los cuadernos de don Rigoberto como la obra definitiva de Mario Vargas Llosa sobre el erotismo. En ella se despliegan ante el lector las claves que nuestra memoria cultural ha dado, a través del arte, sobre los misterios del placer sensual.0