La idea de ciudad roja, de urbe comunista sucursal de Moscú, tenía la virtud de recoger la tradicional animadversión de la capital que manifestaban desde el siglo XIX amplios sectores conservadores de la población, y actualizada por el fascismo. Lo sucedido en Madrid durante las primeras semanas de la guerra hizo que la capital fuera considerada por los nacionales el escenario de una revolución. La idea de Madridgrado, ciudad comunista y extranjera, era en muchos aspectos una consecuencia actualizada de todas aquellas actitudes y opiniones contrarias a la urbe que se habían desarrollado desde el comienzo del liberalismo.
El historiador Fernando Castillo ya había rastreado en la literatura el origen y evolución del odio a la capital de España, desde la Generación del 98 a la narrativa de la postguerra, en su anterior libro Capital aborrecida (2010). En Los años de Madridgrado profundiza en el sentimiento antimadrileño durante la Guerra Civil de los escritores y periodistas del bando nacional, y propone un recorrido por la obra de autores como Tomás Borrás, Francisco Camba, Emilio Carrere, Francisco de Cossío, Concha Espina, Wenceslao Fernández Flórez, Agustín de Foxá, Ernesto Giménez Caballero, Ramiro Ledesma, Rafael López de Haro o Jacinto Miquelarena, para los cuales Madrid se convertirá en el objetivo de sus aspiraciones y de sus frustraciones.