Pero Carrasco ama el balón de una forma febril. Por eso, despojado de su condición de futbolista, se agarró a lo que estaba más cerca de la raya del campo: el banquillo y la tribuna de prensa. Ahora, con su característica elegancia, ha decidido narrar su propia verdad sobre una vida intensa, rica en vivencias y plagada de anécdotas. Tras el futbolista, en Regate y propina descubrimos al hombre, y al lado del hombre a un notable escritor que ha sabido dibujar su autorretrato con mano firme y tierna a la vez.