Si, por casualidad, algún imprudente buscara en estas composiciones del Sr. G. la ocasión de satisfacer una malsana curiosidad, le prevengo caritativamente que no encontrará nada que pueda excitar una imaginación enferma. No encontrará más que el vicio inevitable, es decir, la mirada del demonio emboscado en las tinieblas, o el hombro de Mesalina resplandeciente bajo el gas; nada más que el arte puro, es decir, la belleza particular del mal, lo bello en lo horrible.
De El pintor de la vida moderna (c. XII)