La primera en romper las reglas es Lidia, que no entiende por qué su madre no les permite ir al cuarto de estar. Al cabo de un rato, su hermano también se acerca a la habitación. Los dos observan la mesa impecablemente puesta y deciden servirse zumo de cerezas. El mantel se mancha y, el hermano de Lidia, para solventar el problema coloca el jarrón sobre la mancha. Pero Lidia no está de acuerdo y lo vuelve a colocar en el centro de la mesa. La pelea por la posición del jarrón termina en desastre: el jarrón cae sobre la mesa, el mantel se queda empapado, las flores desparramadas sobre los platos y una taza se rompe. En ese momento, la madre de los dos chicos entra en el cuarto y éstos salen corriendo de allí.