Los españoles, aunque podamos entendernos en una misma lengua, admitimos no sólo que el nuestro es un país plurilingüe, sino que esta característica debe fomentarse. Las concepciones de unos nacionalismos que han considerado sus lenguas - catalán, eusquera y gallego - definitorias de la identidad de sus pueblos han tenido un gran peso en esa actitud. Juan Ramón Lodares enmarca el nacionalismo lingüístico en España dentro del tradicionalismo católico hispánico, inspirado por un canon bíblico, donde el idioma es atributo sagrado, trasunto de la raza y fundamento de la nación. Este fenómeno visible ya en la época medieval, se acabó de forjar en un imperio para el que la Pax Hispánica se fundaba, no en la unidad lingüística, sino en la unidad religiosa lograda según el principio de Pentecostés: «Id y predicad a cada uno en su lengua.»
Esta obra presenta un balance sobre cómo se manifestó la dictadura franquista a favor de la lengua española y cuáles son sus concomitancias - tanto en el plano ideológico como en el material - con los proyectos lingüísticos vigentes de los nacionalismos históricos.