A estas alturas de la Historia de la Cultura y, en particular, de la Historia de la Literatura, resulta innegable que en el pasado a las mujeres se les intentó sustraer al festín del goce lector y, en consecuencia, también a la escritura. Siempre con viento adverso, siempre contracorriente, a codazos tuvieron que abrirse paso hacia esos placeres del intelecto como si de un preciado grial se tratara. Esas valientes mujeres lidiaron contra los prejuicios de su época y muchas de ellas escribieron sin contar con el beneplácito de sus familias; por no hablar de las que lo hicieron bajo un pseudónimo masculino e incluso a la sombra de sus maridos, es decir, en lugar de estos. De las poetas de la Grecia clásica a las novelistas decimonónicas, pasando por la eclosión mística medieval, el suyo fue un largo peregrinaje que tuvo mucho de travesía por el desierto. Pero el talento femenino acabó por imponerse, alumbrando una literatura de gran riqueza, que hoy se despliega a lo largo y ancho de la geografía en multitud de lenguas. Ahora, en pleno siglo XXI, todavía lejos de la paridad en el mundo de las letras, mientras el patriarcado aún se resiste a admitir sus culpas y así pues a enmendar el canon, este ensayo quiere ser una invitación a la reflexión y, ante todo, un ameno paseo por los caminos que llevaron a la literatura escrita ?en femenino?.