En este método se proponen dos tipos de juego para acabar de leer. En el primero de ellos se pretende afianzar el paso del signo al símbolo, es decir, saltar de la figura de las letras a sus sonidos, y se juega combinando los sonidos en palabras. Se juega a fonetizar las letras aplicando a cada una su sonido. No basta con reconocer la figura de la letra y nombrarla: ésta es la A, ésta es la B. El juego se centra ahora en los símbolos fonéticos asignados a las figuras de las letras. Ésa es la habilidad, y ése es el juego. El niño tiene que jugar con esa habilidad de fonetizar, hasta dominarla o suprimirla, de manera que con ver la letra le baste. En esto consiste el primer juego.
Un segundo juego debe conseguir que el alumno lea de corrido lo que ve escrito en el papel, pero pensando en el significado de las palabras, ya no en las letras ni en los sonidos. Es el último nivel de habilidad lectora. Este juego se propone al final del método. Lo llamamos lectura amena, y se practica mediante la lectura de cuentos cuidadosamente preparados con este fin lúdico. El objetivo es que, al final, el alumno lea pensando solamente en lo que las palabras dicen, como deslizándose sobre el texto escrito. Entonces, cuando la lectura se instala por encima de las palabras, el alumno está preparado para estudiar.