Y Leandro, narrador de estas historias monclovitas y responsable por tanto del punto de vista del relato, es observador, perspicaz, irónico y a veces malvado. Gracias a su agudeza, no solo comprendemos la psicología de Rajoy, sino la de todos los que pasan por su despacho, sean ministros o visitantes ocasionales.
Leyendo estos artículos de corrido, en fin, no solo se obtiene una experiencia literaria, sino una satisfacción de orden clínico. Quiere decirse que a veces, para enterarse de lo que pasa, no queda otro remedio que dar por el culo a la realidad.