Cuando Raschid se acerca al mar, contempla Europa en la línea del horizonte. Aparece como una ventana abierta a todos sus sueños, como la consecución de toda meta a la que puede aspirar. Sus anhelos pasan por salir de Djerba, por huir de Túnez. Y viajará a Italia cuando Gianni, el director del hotel donde está empleado, le ofrece la posibilidad. Raschid se mueve entonces entre dos mundos: uno que conoce, y al que no se resigna a aceptar con sumisión, y otro que ha idealizado. Y ninguno de esos mundos acepta sin trabas que se altere lo establecido. En un lado de la balanza pesa la tradición, la prudencia, la familia, la amistad, el amor verdadero.; en el otro, la supervivencia, el riesgo, los miedos, la desconfianza, la falsedad. Y entre ambos, manteniéndose en un frágil equilibrio: la esperanza de una vida mejor. Y Raschid buscará alcanzar al otro lado del mar la orilla de sus ilusiones. El mismo mar que separa a los países y a las razas.