Ambas obras están inspiradas por los «bons ventos» que Portugal suministra al autor. 'Las largas vacaciones de Oliveira Salazar' indaga en la historia reciente del país vecino para traer a escena los últimos años de vida del dictador Oliveira Salazar quien, aquejado de una grave dolencia cerebral, imagina que sigue gobernando el país cuando en realidad está al borde de la muerte.
En 'El Niño de Belén', donde el toreo a la portuguesa resulta una cuestión devisiva, se narra la historia de un Cristo yacente, reliquia de un convento de clarisas. El Cristo, cansado de permanecer en una urna, decide volver a la tierra y quiere ser torero.
Como Miguel Bayón señala en el prólgo «... ambas obras siguen testimoniando la buena forma del Mediero de siempre» al que califica como «... una persona tenaz. Pero, sobre todo, es un autor sincero, bien dotado, excelente ideador de temas y situaciones, un dialogador de primera, un español con pupila, antenas entendederas, pillería y guasa».