Helen Decatur había dedicado toda su vida a convertirse en una de las abogadas más respetadas de Carolina del Sur. Sin embargo, lograr ese objetivo no había sido nada comparado con el nuevo reto al que se enfrentaba. Helen, a sus cuarenta y dos años y, a pesar de estar soltera, había sentido de pronto la necesidad de formar una familia, un deseo al que había estado dando la espalda durante muchos años. Desgraciadamente, tener un hijo a su edad planteaba muchas complicaciones, la menor de las cuales era carecer de una relación estable.
Acostumbrada a hacerse cargo de su propio destino, Helen eligiría a un hombre que no tenía ningunas ganas de formar una familia, pero que la conduciría directamente al más inesperado y complicado amor.