"Hasta hace unos meses, Don Eusebio, un sacerdote chapado a la antigua, podía sentirse relativamente satisfecho por cuanto había logrado en la vida. Había conseguido borrar de su mente los recuerdos atormentados de su infancia, vividos en diferentes instituciones de Auxilio Social y en el seno de algunas familias católicas que le acogieron pretendiendo ser caritativas. El Señor le había elegido como servidor del altar, colmando la vocación que tenía desde siempre. A pesar de la humildad de sus orígenes, había progresado, hasta cierto punto, en la jerarquía eclesiástica. Un día aparece en su vida un señor que dice que es su hermano gemelo, y eso trastoca su identidad. En principio, se resiste a aceptar la nueva situación, que echa por tierra toda su historia: no es el hijo de una prostituta al que recogieron las monjas, sino de un matrimonio fusilado por el franquismo. Es un niño robado."