Casagemas, de clase acomodada, abrirá las puertas de su casa y ayudará al joven Picasso. Incluso correrá de la cuenta de su padre el pago de los billetes para el viaje a París de los dos amigos, que será una experiencia decisiva en la vida de Picasso.
La relación de ambos artistas gozará de una sana competitividad al principio que se irá enturbiando. Por una parte, por la ambición creciente en Picasso, que le irá transformando, y por otra, por la aparición de Germaine, una joven parisina extremadamente liberal para la mentalidad de la España de esa época. El suicidio del pintor catalán desemboca en la depresión de Picasso y el inicio de su etapa azul con la realización de un retrato de Casagemas, periodo que terminará con un lienzo en el que aparece representado de nuevo y que da título a esta obra, La vida.