Antoni Marí no es sólo autor de una poesía hoy ya imprescindible, sino también de una poética que indaga incansablemente en las raíces de la creación artística, en la inútil necesidad de la belleza o en la nostalgia infinita de aquella unidad perdida que tan acuciante es para nosotros desde el Romanticismo. Consciente de que, efectivamente, no hay nada en la inteligencia humana que no haya pasado antes por el tamiz de los sentidos, Marí explora en estas páginas la muda trascendencia que el arte erige ante nuestra conciencia fragmentada; lo invisible y seductor del arte rescata así la fugacidad de la gracia, y tal vez nos redima también de la precariedad de nuestras certezas.