Del prólogo de Andrés Trapiello
«Escribir un diario para apurar este tiempo que calla y huye; para notar que los sueños se posan en mis ojos; para no sentir el miedo del futuro; para que mis pies se mojen en la espuma de los días; para sentirme a veces feliz; para transitar un poco más atento por este mes de abril; para refugiarme, sentirme protegido, ovillarme, buscar un lugar más mío, un cobijo; para hacer que cuando salga de esta habitación en penumbra llena de libros y bañada por la luz fría de la luna, quede temblando una luciérnaga, una lucecita azul como esa que protege el sueño de los niños; para que en ella quede habitando un poco el amor».
Avelino Fierro