Basta un segundo, tan solo un breve instante, para que todo aquello que fuimos, que somos, y que podríamos haber sido se desvanezca, y se transforme en un amasijo de chapas, hierros y cuerpos inertes.
No hay muerte más cruel, por inopinada, y sorpresiva que la acaecida en accidente de circulación. La velocidad no es solo una de las principales causas de la siniestrabilidad vial, sino que además existe un nexo causal, una proporción directa entre el exceso de velocidad y la gravedad de la lesividad sufrida.
El presente trabajo versa sobre la forma en que la velocidad incide en la génesis de los accidentes de tráfico, y como esta es analizada en la ulterior reconstrucción accidental y en la valoración final de las responsabilidades derivadas del siniestro.
PVP (En papel)