En un Estado asombrosamente moderno, complejo, eficaz y centralizado, destaca la figura astuta y manipuladora de Yongzheng, el tercero de los emperadores manchúes, que de forma implacable reúne información y persigue a los traidores investigando pista tras pista. Spence, que le sigue de cerca, recupera las vidas y los pensamientos de las personas que, a veces sin darse cuenta, quedaron atrapadas en la conspiración. Yongzheng y sus funcionarios podían averiguar el origen de los rumores y rastrear la conjura y su proceso con una meticulosidad que habrían admirado quienes administraron estados policiales en el siglo xx .