La historia no es lineal. Tiene avances y retrocesos, aceleraciones y estancamientos, pero en definitiva, tiene una dirección. Existe un vector en la historia que apunta hacia un destino. Este vector va del campo de lo simple al campo de lo complejo, del campo de la mecánico al campo de lo consciente, del campo de la determinación al campo de la libertad, del campo de lo dado, al campo de las posibilidades abiertas, del campo de la brutalidad al de la sensibilidad, del campo de la violencia al campo de la no-violencia, del campo de la utilización del otro al del afecto y conexión con los demás, del campo de la frialdad al campo del amor. *** La venganza, una de las columnas fundamentales de Occidente, sigue arraigada en nuestra conciencia y en nuestra sensibilidad. Las respuestas que damos a nuestros conflictos están alimentadas, aunque sea larvadamente, de afán revancha. Únicamente con un profundo una renovación de nuestras creencias fundamentales y cambio de nuestros valores hacia la bondad, la reconciliación y la espiritualidad podremos encaminarnos hacia la superación de la venganza en nuestra conciencia y en nuestra vida.