Como Morandi o los pintores esencialistas a la manera de Cézanne, Sánchez Robayna encuentra en los objetos, en su perfil y en la luz que proyectan, en los estímulos que configuran un momento irrepetible, ocasión para explorar los signos de la naturaleza, las claves de lo real. Sus poemas, en una lengua exacta, sin condescendencia a lo retórico, logran descifrar el mundo, elevarse sobre lo cotidiano y rozar la esencia, lo inmutable, lo que se oculta tras la sombra y la apariencia, hasta conseguir nombrar el fondo sagrado del ser y tocar con el lenguaje el misterio de lo existente. O, como se dice en una de las últimas líneas del libro, vislumbrar «el rostro del tiempo».
Dividido en siete partes, en las que se alternan versos y poemas en prosa, el canto puro y los tonos meditativos, el homenaje y la celebración, la exaltación sensible y la plasmación del «dolor del mundo», este libro representa la culminación del ciclo poético más reciente del autor, y supone una de las aportaciones más originales y personales a la poesía contemporánea española.